miércoles, 5 de octubre de 2011

Reseña ascenso al volcán Pakisís

Volcán Pakisís
por Henry Ávila

Día Uno: Sábado
Llegué un poco tarde por problemas de tráfico, la salida estaba programada a las 7am y llegue media hora más tarde, afortunadamente todavía me estaban esperando.
Después de una parada en Los Encuentros a tomar chocolate caliente continuamos el viaje y llegamos a Panajachel. Abordamos la lancha con rumbo a San Juan la Laguna. A las 12pm estábamos llegando e iniciamos la caminata hacia el volcán.

Entrada al embarcadero: San Juan la Laguna.

El principio es un paisaje de cafetales y bosque subtropical, sin pendiente, era una caminata agradable. Después de una hora aproximadamente de caminata llegamos al inicio de la pendiente por el famoso sendero de El Caracol, un zigzag de gradas de piedra con bastante pendiente.
Calculo que hicimos dos horas en lograr ascender hasta la primera cumbre del volcán. Al terminar El Caracol, continuamos la caminata por senderos de maizales y bosques, muy agradable la caminata y con el frío característico de la región de Sololá.
Caminamos alrededor de hora y media y llegamos a unos Ranchos que sirven de mirador del paisaje, como estaba nublado no pudimos ver mayor cosa.

Vista del Lago Atitlán desde el ascenso por El Caracol.

Continuamos la caminata esta vez ya con constantes ascensos y descensos, ya estábamos recorriendo la arista del volcán. Conforme pasaba el tiempo entraba la noche. Empezó a llover pero no hacía mucho frío así que no me puse nada y dejé que la lluvia me empapara. Al oscurecer saqué mi lámpara (como buen montañista) y continué la caminata.
Unos 15 minutos más tarde mi lámpara se empezó a desvanecer y no llevaba baterías extras (como mal montañista). Fue horrible. Porque mientras menos alumbraba más oscuro estaba y tuve que caminar casi adivinando dónde ponía el pie.
Así que me pequé a mi compañera de adelante y traté de caminar por donde ella caminaba. Pero llegó un punto donde ya no podía ver nada y prácticamente caminaba a ciegas.
Así que en un momento en que el grupo se compactó pregunté si alguien tenía una linterna extra. Nada. Amáblemente un compañero me sugirió pasar al medio del grupo para tener un poco más de guía lo que me funcionó bastante bien al principio.
Pero conforme avanzábamos el grupo se extendía y volvía a caminar a ciegas. Estaba preocupado, primero porque no veía donde pisaba, segundo porque según otros compañeros ya deberíamos haber llegado y no encontrábamos el lugar de campamento, lo que me hizo suponer en un momento que habíamos perdido la ruta en la oscuridad.
Y tercero porque a pesar de que mi mochila tenía una bolsa impermeable y que el estuche de mi cámara tenía era impermeable, sentía como la lluvia penetraba y quizás mis cosas (ropa) dentro de la mochila se estaban mojando y peor aún, mis cámara y mi celular se estaban mojando también.
Así que triplemente preocupado continué la marcha sin desfallecer a pesar de que mis energías ya hace rato se habían acabado y sólo seguía por voluntad mental.
De repente de la nada, no sé quién me pasó una linterna manual (de dínamo) y fui presionándola para iluminar mi camino, me salvó la vida y pude avanzar ya con más firmeza y seguridad.
Me llamó la atención que una compañera llevaba una perrita de casa. Me sorprendió ver la energía con la que la perrita avanzaba a pesar de ser de casa tenía una energía increíble. Parecía una cabrita montañesa escalando y deslizándose hábilmente por la accidentada geografía del lugar.
Volvimos a hacer una parada y vi al guía que bajaba su mochila, no quise crearme falsas expectativas así que no asumí que ya habíamos llegado. Una desilusión en ese momento habría sido fatal para mi fuerza de voluntad.
Vi como otros compañeros bajaron mochila y yo incrédulo todavía pensé que era un punto de reunión para esperar a los demás, pero no. Finalmente me decidí y pregunté ante el temor de desilusionarme.
Yo -¿Aquí vamos a acampar?
Guía –Sí.
Casi lloro de la emoción pero sabía que venía algo complicado a continuación. Como soy medio inútil para armar la Carpa, y seguramente sin luz y lloviendo me iba a ser imposible armarla, ayudé al guía a armar la suya y así lo comprometí a ayudarme a armar la mía.
En cuanto terminamos empecé a armar la mía y funcionó mi estrategia porque enseguida empezó el guía a ayudarme y finalmente arme mi carpa. ¡Voila!
Estaba tan cansado que me metí dentro de la carpa, dejé mi mochila, zapatos y ropa en un compartimiento de la Carpa (para que no mojara dentro de la carpa) y me metí. Sólo quería dormir así que me acomodé y oyendo la lluvia caer sobre mi carpa me empecé a
dormir. No tenía hambre así no quería comer, especialmente porque tenía que sacar todo de la mochila y encima, preparar la comida (sándwiches de jamón y atún, con panes con miel, y un rico Revive, la sopa instantánea que acostumbro comer en las noches quedaría pendiente porque bajo la lluvia no se puede calentar el agua) así que me acosté. Quince minutos después reflexioné y me puse a pensar de que no había comido gran cosa y mañana sería un duro día. Así que con otro esfuerzo de voluntad saqué las cosas a ciegas, y me preparé mi sándwich de atún y mi sándwich de jamón, acompañados de un pan con miel y luego me acosté a dormir tranquilamente.
La lluvia era rica para dormir, pero me preocupada que el exceso de humedad se filtrara y me mojara adentro. Como los calcetines estaba mojados hacía frío, me los quité y me puse una bolsa plástica en los pies para que no se me enfriaran mucho.

Finalmente pude dormir.
Pero no por mucho tiempo.
Calculo que media hora llevaba dormido cuando un dolor en la espalda baja me despertó. Era una rama que había quedado debajo así que me di vuelta me volví a quedar dormido.
Otra media hora había pasado y me despertó otro dolor en la espalda. Era una piedra que había quedado debajo. Así que me di vuelta y me volví a dormir.
Y así me fui turnando toda la noche, entre la piedra y la rama y logré conseguir dormir unas horas.
Día Dos: Domingo
No era el único que no podía dormir, oía quejarse a otros compañeros de que el agua se había filtrado y no habían podido dormir.
Como a las 4am empecé a escuchar un montón de alarmas de celular, los apagaban y a los 5 minutos volvían a sonar y así se estuvieron hasta las 5:30am que el guía nos habló para levantarnos.
Me volví poner la ropa mojada. Me puse bolsas plásticas en los pies para que los zapatos húmedos y fríos no me congelaran hasta el alma.
Sólo con mi activo más preciado (mi cámara) iniciamos el ascenso final hacia la cumbre mayor del volcán Pakisís.
Tomé fotografías interesantes del amanecer, desafortunadamente el día estaba nublado pero logramos ver algunos paisajes que sólo los que se atreven a pasar estas vicisitudes tienen el privilegio de observar y llenar el espíritu con la belleza de la creación. Porque aunque se vea en una buena fotografía jamás se compara con la experiencia de verla con los propios ojos.
En fin, pensé que el trayecto iba a ser fácil (ya que era la última parte hacia la cumbre) de nuevo me había equivocado. Ascensos y descensos, ascensos y descensos, perdí la cuenta cuánto habíamos caminado pero finalmente llegamos a la cumbre.
Tuvimos una amena charla de parte de nuestro guía, intercambiamos opiniones, esto es muy importante porque en ese momento uno se llena de sentimientos que necesita exteriorizar y gracias a la dinámica del guía todos y cada uno expresamos nuestros sentimientos y recordé esa magia que se siente cuando estás en un grupo lleno de armonía.
Finalmente iniciamos el regreso. Llegamos al campamento y procedimos a desayunar, nos juntamos y compartimos comida, platica y bromas. Fue un momento muy agradable lleno de armonía y hermandad.
Recogimos campamento y emprendimos el regreso. Todos mis pronósticos para este volcán fueron erróneos. Primero pensé que no sería tan difícil. Me equivoqué. Pensé que el descenso sería más fácil. Me volví a equivocar. Sentí eterno el regreso y me di cuenta que habíamos caminado una distancia bastante grande. Después de lo que sentí una eternidad llegamos a El Caracol. Pensé que ya estábamos cerca.
Pero me volví a equivocar. Empecé a caminar rápido porque quería llegar rápido al pueblo a descansar pero creo que fue mi error. Particularmente en esta parte, creo que debí haber ido más despacio. Ya que las gradas son de piedras de diferentes tamaños la
mayoría tenían una altura un poco fuera de lo normal, así que con cada paso mi peso chocaba con mis rodillas. Después de una hora de bajar gradas mis rodillas empezaron a doler.
Finalmente terminé El Caracol y el recorrido ya era bastante menos empinado pero ya mis pies y rodillas me dolían bastante. Seguí caminando gracias a la fuerza de voluntad que desarrollamos los montañistas. Iba solitario por el camino sin temor a perderme ya que el sendero era único y bastante demarcado.
Hasta que encontré una bifurcación.
Estaba casi seguro que era a la derecha, pero lo más sensato era esperar al grupo y como mis pies y rodillas me seguían doliendo decidí esperar el grupo y descansar mis articulaciones.
Cuando llegamos al pueblo ya caminaba estilo robot. Pero ya más satisfecho que habíamos concluido esta actividad con éxito gracias a Dios.

Mapa 3D del recorrido.

Tiempo de ascenso: 12:20pm – 7:40pm (7 horas 20 minutos aprox. Al campamento)
Tiempo de descenso: 10:30am – 3:00pm (4 horas y media aprox. Desde el campamento)

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